Los dientes pueden estar sanos y limpios, aunque no los veamos totalmente blancos. De hecho, cada persona tiene su propia tonalidad. Ahora bien, con el paso de los años los dientes envejecen, el esmalte se desgasta y suelen perder su blancura original e, incluso, oscurecerse o presentar manchas.
Las manchas en los dientes suelen dividirse en dos tipos:
- Fuera, en la superficie de los dientes, o intrínsecas. Se trata de manchas por la acumulación de restos de comida o placa bacteriana. Pueden estar por todo el diente o solo en la zona más cercana a la encía. Son fáciles de quitar con un buen cepillado, aunque a veces hay que recurrir a una limpieza bucal.
- Dentro del diente o intrínsecas y pueden afectar al esmalte o a la dentina, que es la capa más profunda del diente. Pueden producirse por alguna enfermedad en los dientes, excesiva ingesta de fluoruro durante la etapa de formación de los dientes o por ciertos medicamentos (tetraciclinas). Las manchas intrínsecas también pueden ser causadas por un golpe o contusión que genera micro fisuras que deterioran el esmalte, facilitando la absorción de los colorantes de determinados alimentos y provocar la aparición de manchas en los dientes. En el peor de los casos, un traumatismo fuerte puede producir un derrame de sangre y que se necrose el nervio del diente.
Ojo con algunos alimentos
Existen algunos alimentos y bebidas que manchan los dientes como, por ejemplo, el vino, el café, el té, refrescos azucarados y carbonatados. También las frutas y verduras de color intenso (cerezas, moras, fresas, remolacha, tomate), la salsa de soja, el vinagre de Módena, enjuagues bucales que contienen clorhexidina y algunos medicamentos. Además, los alimentos ácidos como los cítricos y el vinagre contribuyen a la erosión del esmalte. Asimismo, la nicotina hace que aparezcan manchas de color oscuro que pueden ir penetrando lentamente en la estructura del diente y provocar su decoloración.
Por el contrario, las frutas y las verduras, sobre todo si tienen textura fuerte y fibrosa, como la manzana, la zanahoria, el apio, las espinacas, la coliflor y las judías verdes son unos excelentes aliados para mantener los dientes limpios, fuertes y sanos. Los lácteos también, porque el ácido láctico ayuda a segregar saliva y, además, el calcio mejora el estado de los dientes.
¿Qué hacer?
Si las manchas en los dientes son superficiales, normalmente una buena rutina de higiene es suficiente. Para una limpieza más profunda, se puede recurrir al hilo dental, a los enjuagues bucales y a los cepillos interproximales. Si las manchas son persistentes, un tratamiento de limpieza bucal es una excelente alternativa.
En los casos más graves, el tratamiento de blanqueamiento dental puede ser una opción adecuada. Para complementarlo, se pueden utilizar dentífricos blanqueadores, siempre bajo la supervisión de un odontólogo, ya que si son muy abrasivos pueden dañar el esmalte y causar más daño que beneficio. En este sentido, hay que desterrar también los kits de blanqueamiento que se aplican en el hogar sin supervisión de un especialista.
En ocasiones, cuando todos los demás tratamientos fallan al tratarse de manchas provocadas por traumatismos en el nervio o en los vasos sanguíneos, los odontólogos recomiendan la colocación de carillas dentales para corregir problemas en la superficie visible del diente.
Muchas son las opciones para disfrutar de una sonrisa saludable y más blanca. En cualquier caso, tanto para prevenir como para decidir el tratamiento más adecuado, es necesario acudir al odontólogo para devolver a los dientes un tono blanco natural.